A lo lejos se escuchaba la estampida de carros
como frecuencia de radio, los pájaros adornaban el sonido. Era tan frecuente el
ruido que casi lo di por un sonido que estaba instaurado en mi cabeza. Recuerdo
haberme levantado esa mañana con la sensación de estar repitiendo el día
anterior. Las personas que habitaban las calles, las personas que pasaban
somnolientas, y el ruido de los carros a lo lejos, esas cosas me hacían pensar
que aquel día era una repetición exacta del anterior. ¿Cómo salir de la duda que
estaba empezando a atormentarme?, quizá, pensé, que en la rutina habitual del
día encontraría pruebas necesarias para salir de la duda. Mientras esperaba el
bus, que llegó con 15 minutos de retraso, cosa que pasaba sin falta, vi a las
personas que dentro estaban apretadas unas contra otras, sin espacio como para
dejar pasar el viento que entraban por las ventanas, y eso me generaba un
sentimiento de horror y lástima, porque aquello era lo que siempre tenía que
presenciar e incluso vivir cada día para llegar a mi destino. Decidí caminar.
Eran 40 minutos para llegar, tenía el tiempo suficiente para hacerlo. La ruta
comenzaba pasando por debajo de un puente cuyo lugar estaba habitado por
personas en situación de calle. Recordaba que antes el lugar era desolado,
lugar habitado solo por roedores que con el tiempo las personas fueron creando
un lugar social para compartir sus adicciones y pasiones, así lo veía yo, y
pensaba que era injusto que el repetir de los días condenara, tal vez, a estas
personas a vivir de esa manera. Todo era exactamente igual, las casas, las
calles, las personas, la vida, todo se resumía al movimiento de cuerpos
cansados y sucios que sin conocerlos, sabía que iban a parar a un trabajo que
los abatía más que la repetición misma. Esta angustia me revolcaba los
sentidos, necesitaba saber que era verdad mi sospecha, era un sentimiento más
de reconocer que no estaba en la locura de los pensamientos liberados, que de
temor por repetir sin descanso la vida que era impuesta, creía que habituarme a
la rutina de los días repetidos, era más fácil que saber que mis pensamientos,
ajenos a la razón, me habían llevado a una historia falsa que se creó bajo
imágenes de la realidad que pasaba por mis ojos. Llegué por fin, entrar a mi
lugar de destino era cómo salir del peso de la vida, de la realidad de las
calles y de la gente. El ruido de los carros a lo lejos era como una frecuencia
parecida al del movimiento del agua por las piedras. Era una traición, concluí,
la repetición de los días me premiaba a mí con un descanso y una frecuencia
natural del sonido del agua, mientras que a otras, el ruido de las máquinas, de
la gente, los sometía a la violencia con que el tiberio irrumpía la privacidad
de sus pensamientos y de su tranquilidad. El sentimiento de la repetición de
los días, acabó. Pues, era más injusto pensar en la condición eterna de la
intranquilidad de estas personas, que la de saber que mis pensamientos una vez
más me habían traicionado.
lunes, 12 de junio de 2023
El día repetido de Daniela Urrea Ladino
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Cuentos participantes
El más sabio de todos - Sara Sofia Reyes Villamil La cara del mal - Daniela Alejandra Franco Arias El portal de los delirios - Samuel Bedoya...
-
—Daniela es maravillosa y esto de ChatGPT lo es aún más. Seguro que puedo pedirle que lo escriba por mí. Estoy salvado—. Dentro del chatbot,...
-
Tenía frío en su mirada por su mala costumbre de mirar eventos pasados, por eso, le gustaba observarme, el futuro se había vuelto mi present...
-
Últimamente me he sentido muy confundida. No entiendo por qué mis suegros me dijeron que Javier murió en un accidente, si cada vez que llego...
No hay comentarios:
Publicar un comentario