martes, 13 de junio de 2023

Flor de papel de Milányela Arboleda Garro

Había una vez un monstruo que atormentaba a una chica, era quizás el primer cuento de hadas en el que la princesa no podía ser salvada, aquella niña que entre paredes fue criada por los párrafos de la Bella durmiente, la cual fue siempre su princesa favorita, se identificó tanto con ella que aquella somnolencia era la única forma de callar al monstruo o al menos así se intentó proteger esa doncella de las garras de esa bestia feroz.

Con los años se dio cuenta que estaba rodeada por esos mounstros a diestra y siniestra, esos monstruos eran silenciosos para los demás, así tal cual como para los demás ella era un mar en calma, un lugar seguro, pero ese silencio la atormentaba, la lastimaba, el monstruos en su cabeza era más peligroso que los de las calles, sí, más que esos que le hablan y la tocaban al azar con la mirada, esos que la analizaban y le desnudaban con los ojos, ¡esos!, esos no eran tan peligrosos porque el que estaban en su cabeza le aplaudía su soledad, su silencio y le otorgaba los métodos para autodestruirse, así que sí, en efecto, estaba rodeada.

Quería encontrar el punto en que el monstruo la invadió, no podía más, sus sonrisas, sus palabras y acciones surgían por inercia, vivía con una extraña en su mente. El amor de mi vida se perdió con los años –decía- las sonrisas que di y me sirvieron a los 16 se perdieron a mis 17, quizás en ese momento el monstruo tocó a su puerta y sin darse cuenta le dio paso a su morada.

No era normal que aquella niña con su juventud a flor de piel y sus ataques de energía se sintiera así, ella era inteligente, disciplinada, alegre y feliz, ¿qué había pasado?, la lejanía y los kilómetros entre sus yo crecía más y más con el tiempo, la persona que más extrañaba era sí misma y entre nueve letras y una tilde que conformaban su nombre se escondía quien verdaderamente era, así que para empezar decidió que debía hablarlo, sacar ese vestigio de su cabeza y encontrarse de nuevo con el amor de su vida, pero ¿con quién debía hablar?,

Entre sus lágrimas y pensamientos empezó a perderse en un camino sin vuelta atrás, hasta que un día el monstruo fue más ruidosos, más duro con ella, hasta que se encontró en la línea final y gritó, gritó de desesperación, de miedo, de angustia, por la tristeza que sintió durante años, del cansancio que sentía al despertar, gritó hasta quedarse sin voz y desplomarse en el suelo, solo hasta ese momento logró descubrir que su condena a 100 años de soledad había terminado, los años se habían ido junto a las notas de su voz y quizás, quizás por fin el Carpe Diem se apoderaría de su ser tal como lo hizo el higuerillo con el patio de su casa, justo ahí recordó el árbol de flor de papel que había camino a su casa cuando era niña, sintió unas amargas ganas de volver a su hogar, pero ya era muy tarde, el monstruo lo había logrado y tal como en el invierno, las flores de papel volaron junto al alma de aquella princesa.

 

 

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