lunes, 12 de junio de 2023

La mujer en el espejo de Tito Sebastian Villanueva Contreras

El aguacero se acrecienta sobre el tejado y siento un cansancio tremendo, pero el frio me obliga a levantarme de la cama, lo primero que veo es a Claire maquillándose frente al espejo, tan bella cada mañana, solo verla hace perfecto hasta el día más lluvioso, le digo lo bonita que se ve y no me responde, debe estar molesta porque escondí nuestro sol vacacional detrás de nubarrones laborales.

A la habitación ingresa Beatriz, me mira por el espejo, sonríe y sale corriendo con brownie, el osito de peluche que le regalamos en su primer cumpleaños. Beatriz a sus cuatro años ha desarrollado la habilidad de hacer todo con una sola mano   ya que el brazo derecho siempre está ocupado con Brownie.

Luego de ducharnos Claire y yo estamos preparando el desayuno en medio de un silencio incomodo, la molesto tomando el cucharon justo antes que ella lo agarre y en el reflejo del estante veo su desconcierto, progresivamente me invade el invierno, pero aparece Beatriz corriendo por la sala y me calienta el alma, se resbala cae sobre Brownie rebotando como un resorte y se me desprende una sonrisa mientras Claire frunce el ceño.

De repente se escucha el motor del bus escolar en frente de la casa, la profesora golpea nuestra puerta y Claire abre, Beatriz me mira moviendo la mano que tiene libre de brownie y sale saltando.  Minutos después Claire y yo subimos al auto, la veo a través del espejo, le pido disculpas por cancelar nuestras vacaciones, pero me ignora y revisa en celular la mejor ruta para llegar a nuestro destino, pero ¿cuál es nuestro punto de llegada?  no se hacia dónde nos dirigimos y no me atrevo a preguntar, además es posible que no obtenga respuesta alguna.

Llegamos a la notaría y en medio de la sala de espera me pregunto si toda la indiferencia se debe a que firmaremos nuestro divorcio, la angustia me invade, el reloj de la pared parece detenerse y al reactivarse ingresamos al despacho, sobre la mesa hay unos documentos y no es el divorcio, es una escritura de venta de nuestra casa. Pienso nunca firmare y se necesita la firma de los dos para venderla, Claire saca un documento del bolso, al verlo quedo atónito, no es necesaria la firma de los dos y nunca firmare, el abogado toma el certificado de defunción, mi certificado de defunción y le entrega el lapicero a Claire, me invade un frio tumular.

Llegan imágenes, el viaje de negocios fue catastrófico, más triste que la muerte es no tener voz y más triste que no tener voz es no saber si se tiene. En algunos momentos podía asegurar que Claire me escuchaba, pero al parecer solo soy un silencio en su cabeza.

Solo descansare en paz en el momento que Claire escuche lo mucho que la amo y el lamento profundo que siento por no ser capaz ni de susurrárselo cuando tenía ese receptáculo de carne y hueso.

Mientras llego a sus oídos seguiré cautivándome cada vez que la vea sonreír en el espejo.

 

 

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