El aguacero se acrecienta sobre el tejado y siento un cansancio
tremendo, pero el frio me obliga a levantarme de la cama, lo primero que veo es
a Claire maquillándose frente al espejo, tan bella cada mañana, solo verla hace
perfecto hasta el día más lluvioso, le digo lo bonita que se ve y no me responde,
debe estar molesta porque escondí nuestro sol vacacional detrás de nubarrones
laborales.
A la habitación ingresa Beatriz, me mira por el espejo, sonríe y sale corriendo
con brownie, el osito de peluche que le regalamos en su primer cumpleaños.
Beatriz a sus cuatro años ha desarrollado la habilidad de hacer todo con una
sola mano ya que el brazo derecho
siempre está ocupado con Brownie.
Luego de ducharnos Claire y yo estamos preparando el desayuno en medio
de un silencio incomodo, la molesto tomando el cucharon justo antes que ella lo
agarre y en el reflejo del estante veo su desconcierto, progresivamente me
invade el invierno, pero aparece Beatriz corriendo por la sala y me calienta el
alma, se resbala cae sobre Brownie rebotando como un resorte y se me desprende
una sonrisa mientras Claire frunce el ceño.
De repente se escucha el motor del bus escolar en frente de la casa, la
profesora golpea nuestra puerta y Claire abre, Beatriz me mira moviendo la mano
que tiene libre de brownie y sale saltando. Minutos después Claire y yo subimos al auto,
la veo a través del espejo, le pido disculpas por cancelar nuestras vacaciones,
pero me ignora y revisa en celular la mejor ruta para llegar a nuestro destino,
pero ¿cuál es nuestro punto de llegada?
no se hacia dónde nos dirigimos y no me atrevo a preguntar, además es
posible que no obtenga respuesta alguna.
Llegamos a la notaría y en medio de la sala de espera me pregunto si
toda la indiferencia se debe a que firmaremos nuestro divorcio, la angustia me
invade, el reloj de la pared parece detenerse y al reactivarse ingresamos al
despacho, sobre la mesa hay unos documentos y no es el divorcio, es una
escritura de venta de nuestra casa. Pienso nunca firmare y se necesita la firma
de los dos para venderla, Claire saca un documento del bolso, al verlo quedo
atónito, no es necesaria la firma de los dos y nunca firmare, el abogado toma
el certificado de defunción, mi certificado de defunción y le entrega el
lapicero a Claire, me invade un frio tumular.
Llegan imágenes, el viaje de negocios fue catastrófico, más triste que
la muerte es no tener voz y más triste que no tener voz es no saber si se
tiene. En algunos momentos podía asegurar que Claire me escuchaba, pero al
parecer solo soy un silencio en su cabeza.
Solo descansare en paz en el momento que Claire escuche lo mucho que la
amo y el lamento profundo que siento por no ser capaz ni de susurrárselo cuando
tenía ese receptáculo de carne y hueso.
Mientras llego a sus oídos seguiré cautivándome cada vez que la vea
sonreír en el espejo.
Buen Escrito
ResponderEliminarInteresante, sentimiento de no querer desprendernos de nuestros seres queridos así ya no respiremos.
EliminarExcelente cuento, conecta y refleja la importancia de disfrutar nuestros Seres queridos.
ResponderEliminarMe encanta 😊
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarExcelente cuento!
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