martes, 13 de junio de 2023

La oscuridad ante mi verdad de René Alejandro González Pasinga

Ecos en la caverna de las memorias se escuchan, desde los murmullos entre las rocas e inefables sonidos. En lunas atrás, los aullidos de los lobos iban acompañados de estruendosos tambores. En la visión matutina frente al espejo de mi silueta, el rocío de las mañanas yace en la continuidad de mis lágrimas y en ellas, la alegoría de tristezas y desaventuras; en el reflejo, de la a lado de mis hombros, el veneno esparcido de las sombras se materializa. A mi amiga Soledad le comentada de los rojizos pigmentos que mis albinos pétalos han tomado, ella dice que el ser humano erra al considerar una verdad absoluta ante una supuesta «realidad» y deber ser. Los torrentes se originan de la secuencia prolongada de la unión de gotas, y mi amigo Desasosiego bien que si sabe de eso; en uno de sus tantos consejos compartidos dice: «resulta una infamia en la idea del bienestar colectivo de una familia al no empatizar con cada integrante, el concepto de “unidad” se desborda por la idea del supuesto “bien” de quien la lidera; por tanto, solo haz de considerar un familiar aquel que tenga la suficiente osadía de conocerte en todo lo que te hace ser, pero ¡Ojo!, uno mismo no se puede considerar de tal forma, porque en la dualidad de ser, existe su enemigo y mejor amigo a la vez, ni uno gana ni sucumbe ante el otro, ambos son una unidad, huir de ella es imposible». En la actualidad, en esta cárcel de la existencia, sería más que un lujo, un milagro en parsimonia estar, cuando en los parques la hora dorada llega y Don crepúsculo a la par, diciendo que el verdadero arte está en ver más allá de los conceptos y teorías prestablecidas, donde el bien y el mal hacen del aquí y el ahora posible. Sin embargo, tras mi venta las estrellas hacen en la noche su espectáculo, cantando en coro y siendo los luceros los vocalistas principales. Todas sus letras están en un idioma que nunca se ha presenciado en la tierra y a la vez disfruto; especialmente porque los códigos de las sombras no resuenan durante el acto. El compás de mis latidos esta vinculado al ciclo lunar, porque en cada desenlace de este, la biología de mi cuerpo procede a una algarabía que retumba en toda su forma en un par de días. Lo que esta formación de células representa en la hostilidad del hombre, privo mis alegrías y el aroma a libertad. Una tal señora llama «Sororidad» que dice ser «bruja», habla del retorno de sus colegas en el futuro y como mi esencia es innata, un gran potencial. Consideraba era mera alevosía, pero ella era tangible a diferencia de mis amigos, parpadeé y era la oveja negra del conjunto de mis allegados genéticos, a quien en pasar de los minutos recocí como «Tía». Dijo que mis voces era la esencia pura de los sentimientos y emociones, además, que las sombras que me atormentan son el obstáculo por la negación y rechazo de la manifestación de quien soy en tomas mis formas.

Pronto la caverna será el centro de mis fiestas, ¿sabrán los ojos que navegan entre estas letras quién soy?

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