Durante
muchos años he sido la herramienta de un escritor, en un mundo donde las letras
vuelan por los aires, repleto de fantasías e historias esperando ser contadas,
momentos que esperan ser vividos y palabras que gozan por ser dichas. Por mucho
tiempo he vagado tras los sueños que yacen entre las letras, imaginando que soy
yo quien vive en esos encantadores paisajes que se forman entre párrafos. Soy
el encargado de convertir su imaginación en letras que luego se transforman en
anhelos viajando por las mentes de quienes las leen, los coloridos paraísos,
los tiernos besos en el ocaso e incluso las estrellas sobre el vasto cielo de
ese peculiar cuento pasaron primero por mí, pero yo nunca pude sentirlas porque
yo nunca he podido ser partícipe de mi propia creación.
A lo largo
de mi existencia he tenido que presenciar la desgracia de plasmar las ideas de
alguien más e ignorar las propias. He creado mundos que no puedo visitar,
vividos momentos que no puedo experimentar, aromas que no puedo oler y
emociones que no puedo percibir, me he conformado con imaginar las maravillas
que plasmo en el papel, tantos momentos, tantos lugares, interminables
aventuras, deslumbrantes sonrisas, miles de historias e incontables recuerdos.
Recuerdo
la primera vez que mi tinta manchó tu papel, la primera lágrima que derramaste
sobre un escrito. Yo fui el único en ver tu sonrisa cuando mi trazo marcó el
fin en aquel cuento. Sentía cuando tu mano se cansaba e incluso cuando los
pensamientos eran tantos que no me dejabas descansar.
Pero aun
así nunca he podido ser más que un insignificante instrumento en tu mano. Mis
ideas nunca son escuchadas, mis sueños no son plasmados, mis pensamientos no
pueden convertirse en anhelos en la mente de alguien más y he tenido que
acostumbrarme a ello porque nadie ha sido capaz de verme a través de mis propias
letras.
Nada es
más abrumador que llevar toda una vida describiendo colores que no puedo ver,
explicando sentimientos que no puedo sentir. Desde que tengo memoria siempre he
deseado salir de este mundo blanco y plano, siempre he soñado con viajar a los mundos
que creo, con conocer a las personas que describo, siempre he sabido que puedo
hacer mucho más de lo que me han destinado, pero sin embargo me retienen en
este mundo blanco y plano del que me es imposible escapar, obligado a imaginar
e idealizar, la cual es mi única labor y no se me permite hacer nada más.
Pero pronto
llegó el día en el que tu mano ya no pudo retenerme más, cuando me dejaste a un
lado, tirado sobre el papel. Aprendí a usar mi propia tinta sin que nada me
controlara, pude escribir mis propias ideas porque logré dejar atrás el yugo de
tu mano que me ataba en un papel que no me correspondía. Descubrí que tras la
tinta había una voz, y tras las letras pensamientos. Pero lastimosamente fue
muy tarde cuando me di cuenta de que podía ser el protagonista de mi propia
historia, porque cuando lo logré mi tinta al igual que mis ideas ya había sido
robada.
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