lunes, 12 de junio de 2023

Relato del zorro gris de la Guajira de Gustavo Adolfo Arteaga

El sol estaba alto en el cielo y el Zorro Gris salió de su madriguera para buscar algo de comida. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que algo estaba mal. El aire olía extraño y el ruido de los generadores de energía eólica llenaba sus oídos.

El zorro caminó un poco más y vio una gran cantidad de turbinas eólicas en lo alto de la colina. Las turbinas eran enormes y giraban rápidamente, pero el zorro notó algo aún más preocupante: muchos de sus amigos animales habían desaparecido.

El zorro sabía que las turbinas eólicas y otros tipos de fuentes de energía no convencionales eran una forma de producir energía limpia y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pero también sabía que estas fuentes de energía tenían un impacto negativo en los animales.

El zorro suspiró mientras caminaba por la colina. Sabía que era importante encontrar formas de producir energía limpia, pero también sabía que era igualmente importante proteger el medio ambiente y los animales que dependen de él.

El zorro decidió que era hora de hablar con los humanos sobre el impacto negativo que tienen las fuentes no convencionales de energía en los animales y el medio ambiente. Tal vez juntos podrían encontrar una solución que equilibre la necesidad de energía con la protección del medio ambiente y los animales que lo habitan. Sin embargo, todos los humanos estaban obsesionados con la energía renovable. Las personas creían que si todos utilizaban paneles solares y carros eléctricos, podrían salvar el planeta de la destrucción total.

El gobierno y las empresas invirtieron millones de dólares en la fabricación de paneles solares y carros eléctricos, y las personas los compraron en masa. Pero nadie pensó en las consecuencias a largo plazo de estos cambios.

Las empresas mineras comenzaron a extraer grandes cantidades de minerales para fabricar las baterías de los vehículos eléctricos y los paneles solares. La extracción de estos minerales resultó en la destrucción de grandes áreas de bosques y la contaminación de los ríos y los ecosistemas.

Además, la producción de paneles solares y carros eléctricos generó una gran cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero. A medida que más y más personas compraban estos productos, la demanda de energía aumentaba, lo que a su vez aumentaba la necesidad de combustibles fósiles para mantener la red eléctrica.

La energía renovable no era tan sostenible como se pensaba. Con el tiempo, los recursos naturales comenzaron a agotarse, lo que llevó a una disminución de la calidad de vida de las personas. El aire se volvió cada vez más tóxico y los desechos electrónicos se acumularon en los vertederos.

 Finalmente, la tierra ya no pudo soportar la carga de la demanda humana. Los bosques fueron talados, los ríos se secaron y la vida silvestre se extinguió. El mundo se convirtió en un desierto inhóspito, y las personas se dieron cuenta de que habían llevado su obsesión por la energía renovable demasiado lejos.

 En su afán de salvar el planeta, habían olvidado que la verdadera sostenibilidad requiere un equilibrio entre el uso de los recursos naturales, el bienestar de las personas y la vida silvestre que dependen de ellos. Ahora, lamentablemente, era demasiado tarde para nuestro amigo el Zorro Gris de la Guajira.

 Fin.

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