El visitante de Juan Felipe Murillo Ramírez

Recuerdo aquel día en que lo escuché por última vez. Me desperté en medio de la noche con la sensación más extraña que jamás había sentido. No podía ver nada, pero sí escuchaba su voz en mi cabeza, como de costumbre. Sin embargo, algo había cambiado: era diferente, era profunda, era aterradora y solo hablaba de lo incierto que sería mi futuro y de mi falta de control frente a lo que sucedería.

Traté de ignorar su voz, pero cada vez era más insistente y distorsionaba aún más mi realidad. Su voz me invadía y sentía como me acechaba, parecía ser un oscuro y escalofriante visitante nocturno que se había apoderado de mi propio cuerpo. Recuerdo poco desde entonces hasta que volví a mí mismo. Me encontré frente a una tina llena de agua, sosteniendo un cuchillo en mi mano mientras mi sangre se desvanecía.

Me sentía atrapado en mi propia mente, pero en medio de la oscuridad lograba encontrar algo de paz. Nunca sabré quién era el visitante y tampoco volveré a escuchar su voz, porque lo veo alejándose para siempre, mientras cada vez veo menos mi reflejo entre tanta sangre.