domingo, 11 de junio de 2023

Veintiuna estrofas, la historia de cualquiera de Yeferson Estiven Echeverry Gómez

Algún día, este corazón dejará de latir 

Algún día, será así y deje de sufrir, 

Sin saber sí podré aguantar hasta allí

Lo intento día a día, lo intento casi sin creer. 


Sé que será así, será algo inevitable 

Solo espero que sea así, y allí sea el fin 

Porque no aguantaría amarla más allá 

En el más allá, de lo que la amo aquí. 


No creo que Dios sea tan malo 

Ni el diablo tan indolente, para condenarme así 

Sin entender sí podré olvidarte, 

Pero más me vale, si con otro vas a casarte.


Para mi, es un infierno en vida, que me arde 

Y me deja casi sin aire 

Cómo si estuvieran torturándome, 

Pero solo eres tú, yéndote con él.


Me debo alegrar, me esfuerzo y al final lo hago 

Si me alegro tanto; tanto como me hace daño 

Más siento alegría, por qué llegaste a aquella 

Dicha perfecta que se siente cuando te quieren. 


En cambio yo, al otro lado… 

Del lado de la soledad, el último en la fila, 

El último en llegar, pero deseoso en verdad 

De que la quieran de verdad, como yo, quise quererla.


Era increíble de creer, 

Qué tan bella mujer, no tuviera a quién querer 

Y más inexplicable, que ella 

No tuviera quién la amara…


Yo me despisté y me enamoré… 

No sé en qué momento, ni cómo pasó 

Solo sé que pasó, por qué pasó en mi corazón 

Su belleza me enloqueció la razón. 


Sabía que éramos distintos, 

Uno del otro, tanto y en cuanto … 

Pero esas corazonadas que desorientan 

Cómo una asonada, me embargaban.


Ella solo me quería ayudar, 

Ayudar a que la olvidara, y que dejara atrás 

Básicamente nuestro pasado, que ya es nada 

Que desde el principio, para ella no fue nada. 


Ella es como su bondad, que parece divina 

El más dulce ángel que da amor con su mirar, 

Con cada palabra, con cada accionar, 

Tan premeditadamente buena. 


Mujer de carne y hueso, y toda espectacular 

Mujer que busca amar, 

Siempre disimulando con su pretendiente 

Solo al que ella quiere amar. 


Mientras, yo náufrago del mar más amargo 

Lamentando conocerte, pero no puedo engañarme 

Porque una voz interior, sale a rescatarte 

Y me recuerda, que eres libre de enamorarte.


Duele más de lo que creía, 

Duele mucho más de lo que decían 

Duele como una daga, pero bien afilada 

Duele tanto amarla, cómo intentar dejarla. 


De momento, solo sé que nada sé, 

Que primero siento, luego pienso, luego existo 

Que pienso para entender lo que siento, 

Y que siento para encontrar sentido existencial. 


Ya pasados los años, no quedará un vestigio 

Ni rastro, ni retrato mucho menos; solo 

Quedará una luciérnaga en el vago recuerdo

 En las tinieblas oscuras de la soledad. 


Allí tiritando y recordando el pasado 

Represado y amarrado, a los versos 

Que derramo, cómo desahogando 

Aquello tan bello y triste que me has dejado. 


Yo en cambio, tal vez ya te habré olvidado 

O tal vez, te estaré esperando, tal vez… 

Aún me muera por volver, o me rehuse a verte 

Mi mañana es tan incierto que no cuento con él.


Lo peor no será perderte hoy, sino todos los días 

Por el resto de mi vida, resignado a perderte 

Día trás día, enfrentando tan dura pérdida 

Así hasta no volver a verte y olvidarte. 


Al final, en la historia de tu vida, 

Yo seré una historia perdida, 

Un fragmento tan pequeño, que se extravía 

Una carta, nunca entregada y olvidada…


Tú me diste un libro, llamado soledad 

Lo leí con gusto, claro pensándote 

Pero ese libro no me preparó, para tanto: 

El abandono de tu olvidó, que ya es mi destino. 

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