lunes, 12 de junio de 2023

Vida de morriña de Olga Lucía Uribe Suárez

Muy temprano en la mañana ella recorría el camino pedregoso y arborizado que la llevaba a su trabajo, rutina diaria que hacía durante una hora que duraba el recorrido, siempre en un banco de aquel parque que atravesaba veía sentada aquella anciana que alimentaba con lentitud y laboriosidad las aves, pensaba en la tranquilidad que le producía verla allí sentada sin las premuras del tiempo, del trabajo, de las responsabilidades en que incurría su vida cotidiana, así pasaban los días y ella se decía, pronto estaré en una banca presumiendo la tranquilidad que ahora no poseo, llegaba a su trabajo y los quehaceres se volvían rutinarios y no dejaban tiempo las admirar las pequeñas cosas, al azul del cielo, el canto de los pájaros o una simple canción de moda, era tanta la asignación de tareas que la vida no le pasaba por la cabeza, se sentaba trabajaba, solucionaba, memorizaba, cada día igual.

Un día la anciana del parque la invito a sentarse, ella con temor se acercó, pensando que llegaría tarde a su trabajo, sin embargo el sueño de ser como la anciana hizo que la curiosidad la llevará a aquel banco, la conversación fue larga le conto de su juventud, de lo que dejo a hacer o lo que hizo en muchas ocasiones, como su vida estaba sola y vacía y las aves del parque eran su única compañía, ella le pregunto que sería lo que la haría feliz, la anciana le contesto, volver y vivir la única vida que tuve y no disfrute, ella observo la anciana luego miro al horizonte y cuando volvió en si miro sus manos llenas de arrugas y alimentos para aves, quedo allí sola sentada en aquel banco.


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