martes, 13 de junio de 2023
Mi voz de Lina Marcela Palacio Londoño
¿Por qué estás ahí y no te veo?
por qué siempre me susurras al oído, te siento, te escucho, pero no te veo.
Cuando prestó atención a tus dulces
y francas palabras, mi ser se llena de vitalidad y terminó haciendo lo
impensable, siento que nada es más fuerte que yo, puedo con y ante todo, que
simplemente me haces feliz.
Pero llega la duda, una y otra
vez: ¿en verdad habitas en mí? o sólo eres parte de mi inconsciente dándome la
orden de avanzar hacia aquello que desde mi consciencia y pudor temo hacer, que
me prohíbo intentar y no sé cómo enfrentar. La confusión llega al no saber si
mi realidad es tu realidad.
¿Por qué estás ahí y no te veo? No comprendo
tus silencios, algunas veces me agobia escucharte, pero tu ausencia me
ensordece y siento enloquecer. Cuando te ignoro vivo intranquila, y con dolor
por sentir que me falto, que te falló y que te apartas de mí; por eso con
desesperación te busco nuevamente hasta encontrarte, al principio con mucha
cautela me hablas, pero luego perdonas mi actitud y poco a poco me acoges, me
blindas, me contienes y me permites continuar con la vida.
¿Por qué estás ahí y no te veo? !Aparece! No
sólo quiero escucharte, estoy harta de obedecerte y de añorarte: quiero verte,
conocer tus colores, disfrutar tus matices y… ser a tu lado.
La oscuridad ante mi verdad de René Alejandro González Pasinga
Ecos en la
caverna de las memorias se escuchan, desde los murmullos entre las rocas e inefables
sonidos. En lunas atrás, los aullidos de los lobos iban acompañados de
estruendosos tambores. En la visión matutina frente al espejo de mi silueta, el
rocío de las mañanas yace en la continuidad de mis lágrimas y en ellas, la
alegoría de tristezas y desaventuras; en el reflejo, de la a lado de mis
hombros, el veneno esparcido de las sombras se materializa. A mi amiga Soledad
le comentada de los rojizos pigmentos que mis albinos pétalos han tomado, ella
dice que el ser humano erra al considerar una verdad absoluta ante una supuesta
«realidad» y deber ser. Los torrentes se originan de la secuencia prolongada
de la unión de gotas, y mi amigo Desasosiego bien que si sabe de eso; en uno de
sus tantos consejos compartidos dice: «resulta una infamia en la idea del
bienestar colectivo de una familia al no empatizar con cada integrante, el
concepto de “unidad” se desborda por la idea del supuesto “bien” de quien la
lidera; por tanto, solo haz de considerar un familiar aquel que tenga la
suficiente osadía de conocerte en todo lo que te hace ser, pero ¡Ojo!, uno
mismo no se puede considerar de tal forma, porque en la dualidad de ser, existe
su enemigo y mejor amigo a la vez, ni uno gana ni sucumbe ante el otro, ambos
son una unidad, huir de ella es imposible». En la actualidad, en esta
cárcel de la existencia, sería más que un lujo, un milagro en parsimonia estar,
cuando en los parques la hora dorada llega y Don crepúsculo a la par, diciendo
que el verdadero arte está en ver más allá de los conceptos y teorías
prestablecidas, donde el bien y el mal hacen del aquí y el ahora posible. Sin
embargo, tras mi venta las estrellas hacen en la noche su espectáculo,
cantando en coro y siendo los luceros los vocalistas principales. Todas sus
letras están en un idioma que nunca se ha presenciado en la tierra y a la vez
disfruto; especialmente porque los códigos de las sombras no resuenan durante
el acto. El compás de mis latidos esta vinculado al ciclo lunar, porque en cada
desenlace de este, la biología de mi cuerpo procede a una algarabía que retumba
en toda su forma en un par de días. Lo que esta formación de células representa
en la hostilidad del hombre, privo mis alegrías y el aroma a libertad. Una tal
señora llama «Sororidad» que dice ser «bruja», habla del retorno
de sus colegas en el futuro y como mi esencia es innata, un gran potencial.
Consideraba era mera alevosía, pero ella era tangible a diferencia de mis
amigos, parpadeé y era la oveja negra del conjunto de mis allegados genéticos,
a quien en pasar de los minutos recocí como «Tía». Dijo que mis voces era la
esencia pura de los sentimientos y emociones, además, que las sombras que me
atormentan son el obstáculo por la negación y rechazo de la manifestación de
quien soy en tomas mis formas.
Pronto la caverna
será el centro de mis fiestas, ¿sabrán los ojos que navegan entre estas letras
quién soy?
Volver a ser como antes de Valentina Gaviria Bedoya
Al
despertar, escucho a una vecina llamada Soledad. Ella es conocida por muchos,
pero no me gustaría admitirlo. Con Soledad pasa algo, cuando salgo de casa o
regreso, ella también lo hace; supongo que ella estudia en la Universidad y
trabaja en el mismo horario en el que yo lo hago.
En
el trabajo tengo un grupo de compañeros algo detestables: Tristeza, Melancolía
y Frustración. Los escucho hablar de mí todo el tiempo. Tristeza dice que
debería de estar con mi familia, pero ellos viven a miles de km de distancia; Melancolía
les cuenta la época en la que todo fluía en mi vida, donde reinaba la paz y la emoción
por disfrutar de esta. Luego Frustración, con una actitud algo prepotente dice:
“ella trata de ser independiente, ganar dinero para ayudar a su familia y
mejorar su condición, pero tiene mucho en su mente; recién cumplió la mayoría
de edad pero lleva con ese proceso desde los 16”.
El
amigo no mencionado es Esperanza. En ocasiones él se va y me deja sola, bien
sea en el horario de la U o el del trabajo. No entiendo por qué tiene esa forma
de ser, parece ser más amigo de ese grupo de “compañeros detestables” que mío. Mi
vida ha cambiado mucho estos últimos años, porque los amigos con los que solía
estar eran Alegría, Emoción y Adrenalina.
Alegría
estaba conmigo todos los días, me acompañaba al parque, en las tareas de mates,
en las salidas con mis amigos, etc. Tengo bellos recuerdos con Alegría. Por
otro lado está Emoción, es ese amigo que rara vez aparece, pero cuando lo hace
es increíble. Él me recuerda el primer día de Universidad, la vez que me gradué
del colegio, cuando recibí el certificado de admitida, cuando cumplía años...
Definitivamente Emoción es todo lo que está bien.
Por
último, Adrenalina me metía en muchos problemas, pero esos problemas los
recuerdo con satisfacción. Cuando era pequeña, creía que estarían conmigo todo
el tiempo; ahora me doy cuenta que no, por eso extraño verlos y sentirlos. Es
como si al conocer a mis otros compañeros, ellos se sintieron excluidos. No
quiero que piensen eso.
¿Estoy haciendo algo mal?, es la pregunta que me hago todos los días antes de dormir. Quisiera renunciar a todo por un día y volver a tener un momento con mis amigos de infancia Alegría, Emoción y Adrenalina.
Diamante en bruto de Sergio Daniel Gómez Palacios
Solo se necesitó de un soplo de
vida para que el gran omnipotente transformará rocas en una civilización, parece
increíble pero es así como durante muchos años se vivió en el planeta Rolcán,
un lugar muy lejano a nuestra galaxia, con abundantes nubes de polvo de
estrellas que a veces generaban destellos, pues la atmosfera del planeta era
densa y oscura, pero en su interior contenía un volcán del cual emergían
pequeños ríos de lava que al fusionarse con los minerales aledaños permitían
que brotasen diamantes. Cautivado por la belleza que estas piedras tenían y
alimentado por el deseo de tenerlas a todas, el gran omnipotente, creo a sus
habitantes. Los rolcanianos, nacían de la roca más lejana al volcán y su único
propósito era recolectar los diamantes para llevárselos a su creador, fue así
que el los diseño de una manera muy simple, su aspecto era brusco y a duras
penas tenían la morfología para desplazarse; es así como se levantó un pueblo
minero que tenía un solo propósito y a su vez, un único pensamiento, que se
repetía una y otra vez dentro de sus cabezas, si es que algunos la tenían, solo
escuchaban la voz del omnipotente que repetía una y otra vez el mismo conjunto
de palabras: - ¡Pica, levanta ó recoge, él al diamante examina, y después de
entregado, solo vuelve a la mina!. Durante siglos esta fue la rutina, pero un
día; uno de los rolcanianos llevó ante su creador una roca que no brillaba, era
opaca, simple y sin gracia, acto que desencadeno una furia incontenible. Así
fue que, el gran omnipotente se dirigió hacia los ríos de lava y observó que ya
no quedaba ninguna piedra en los alrededores, ensimismado en su frustración y
al ver lo simple e inútil que ahora se había vuelto su creación, el gran
omnipotente, se llenó de enojo, su sentimiento fue tan fuerte que iba lanzando,
empujando y pateando a los rolcanianos hacia el río de lava, hasta que no quedo
ninguno de ellos. Al día siguiente, al gran omnipotente lo despertaron varias
voces, esta vez no era su misma voz tarareando el conjunto rutinario de
palabras, eran voces de todos los tonos y timbres, él gran omnipotente sintió
pánico, pero solo necesito abrir los ojos, para ver una gama de diamantes de
colores que se movían y cantaban, eran los rolcanionos, era su creación la que
ahora hacia brillar el planeta. Fue así que, el gran omnipotente decidió darle
el soplo divino a las rocas que había almacenado durante años, para escuchar
nuevas voces y ver nuevos colores, pues cada rolcaniano ahora tenía un brillo
único y especial.
¿Qué somos? de David Mauricio Cadena Cardenas
Me encuentro desorientado, caminando
sin destino, buscando en un reflejo lo que no vivimos, siento que aún soy, lo
que no soñamos, lo que no aprendimos, cuando paso por los lugares donde
compartimos, veo el último ánimo de la noche y el primer murmuro matutino,
siento que soy el principio de todo lo que alguna vez pudo ser, pero, sobre
todo soy la versión de mí que nunca quise haber sido.
Si por algún momento soy consiente de
donde me encuentro, créeme que intento huir de mis sentidos y perseguir el
deseo de estar contigo, pero, la crudeza de la razón me viene al oído, cuando
tus palabras recuerdo en mis sentidos, porque los dos sabemos que no hay sentir
sin sentido.
Me encuentro en mi agonía, sacando lo
mejor de sí, para darle un objetivo, un duelo que tenga un doliente, uno
diferente a mi mismo, porque si soy lo jamás vivido, espero tu seas lo que
siempre me he debido.
La queja de Carlos Ándres Cardona Molina
Atento saludo
No suelo quejarme, me parece un acto
vergonzante y por lo demás, acredita ínfulas de arrogancia o impotencia según
la queja.
Me dirijo, sin embargo, con todo
respeto a ustedes, pues una voz casi acallada en mi cabeza me invita a expresar
una inconformidad que me tiene a lo sumo, un poco afectado.
Mi reclamo es acerca del daño de
la lámpara ubicada en el sector el mirador, carrera 33 número 13 – 3 A (Salto
del cerro, vereda la hurtadilla). Este asunto reviste mucha urgencia, mi
trabajo lo realizo en el espacio público, es decir en plena calle, en horas de
la tarde y la noche.
Como decía me he visto por
consiguiente altamente perjudicado debido a este lamentable hecho, tanto así
que he tenido que cambiar todos mis hábitos y mi horario, obligándome a
desarrollar mis labores muy en la madrugada, para aprovechar la luz del día, so
pena de tener dificultades en mis labores. Ruego se sirvan solucionar el daño los
más pronto posible.
Atentamente: Roberto Iglesias y
Casas
Con c.c. 33.666.999
De profesión: Ladrón de oficio y
de vez en cuando político y Cura
Pesadilla de Maryi Vanessa Vinasco Trejos
Hace mucho calor, puedo sentir el sol
quemando mis mejillas, me tocó la cara y me arde, acabo de abrir los ojos, me
duele la cabeza y no reconozco nada de dónde estoy, me encuentro en un cuarto con
grandes ventanas, las cortinas están abiertas, las paredes están pintadas de rosa
claro y tienen dibujos de árboles.
Parece que es medio día por la luz tan
fuerte que entra, a mi lado hay una mesa que encima tiene varios papeles algo
desordenados. Han pasado creo unos minutos desde que me desperté, he intento
reconocer el lugar pero no puedo, estoy entrando en pánico, quiero llorar ¡Voy
a salir de aquí!, Abro la puerta bajo unas escaleras y veo una casa común y
corriente todo muy limpio, ninguna puerta con llave lo que indica que tal vez no
he sido secuestrada ni nada por el estilo, se me vienen mil preguntas a la cabeza,
¿y si aquí vivo?,¿Cuál es mi nombre?, No puedo responder a ninguna de estas cuestiones.
Intento buscar alguna pista y me regreso a la habitación en la que estaba a esculcar
en los papeles de la mesa, ahí encuentro un ensayo que en la portada tiene el nombre
Elena Vargas; no se me hace conocido, pero algo en mi mente me dice que el
lugar para el que fue escrito “Universidad Nacional de Colombia” me puede traer
respuestas.
He decidido seguir mi propio consejo he ir
allí, aún no se bien como pero algo me dice que en el camino lo iré
descubriendo, tocó mis bolsillos y encuentro 20 mil pesos, una tarjeta cívica eventual
y unos chocolates, estaban muy ricos. Cuando salgo a la calle le pregunto a la
primera persona que pasa como llegar a la universidad, es muy sencillo, me subí
a un bus del metro hasta la estación suramericana y de ahí caminé unas 5 cuadras,
parecía muy facial para ser algo que había olvidado.
Al llegar a la portería como si fuera algo
milagroso o de película una chica se me acerca y me dice “hola El ¿Como estás? Nos
tenías preocupados ayer te fuiste de clase sin decir nada y dejaste tu bolso, a
ca te lo traigo, ¿Estás bien?”.
Abrí el bolso encontré un cartel de la
universidad con mi nombre y foto. Entre inmediatamente y me dirigí a unas mesas
que hay afuera de la biblioteca. Me senté un rato, en mi mente pasaban muchas
cosas y una voz me dijo ¡Despierta!
Inevitable de Sofia Rodríguez Salazar
Desde cuando fui consciente de su existencia, me alejé de ella tanto como fuese posible. Al inicio me resultó fácil; por momentos me daba el lujo de olvidarla, pero con el tiempo la huida resultaba cada vez más desafiante y las circunstancias donde la sentía al acecho, se hicieron más reiterativas de lo que hubiera querido. Un día me encontré sentada a su lado, no sé cómo sucedió, pero me dio la oportunidad de ir conociéndola mejor ...comprobé que era cruel, fría y me irritaba la nitidez de mi reflejo en ella. Aun así, me sorprendí al ver que también me daba libertad, tranquilidad y hasta era buena maestra. Me enseñó el valor de la presencia y de la ausencia de las personas, así como la dimensión sin límites del amor de aquellos que con la frescura y suavidad de lo auténtico me lo han brindado sin pedir nada a cambio.
Ya no me inquieta tanto su presencia, pues
comprendí que es necesario darle un espacio en nuestra vida. Hubiera querido
dar más detalles de nuestro primer encuentro, pero ni siquiera logro descifrar,
si conocí la soledad por elección o porque no tenía otra opción, como suceden
muchos de los acontecimientos que rodean siempre la vida del ser humano.
Elecciones de Laura Andrea Machado Alzate
Tengo una enfermedad terminal. Desde entonces decidí escribir poesía, pero no es asunto mayor tal elección, la poesía me parece tan enferma como yo, ¿Usted qué piensa doctor?
Recuerdo cuando me hablaba de la posibilidad de extraer el tumor cerebral completamente mediante una cirugía, que el grado del tumor no era alto, que tenía el privilegio de acceder a un examen de imágenes por resonancia magnética. Es de su conocimiento que yo no tenía ninguna intención de frecuentar estos lugares, pero ya sabe usted que negarme a las exigencias de mi madre es tanto o más peligroso que una enfermedad de estas.
Lo único hasta ahora que usted ha podido hacer por mí, es retrasar el crecimiento del cáncer. Confieso que los verdaderos cuidados paliativos los he encontrado en el regazo de la poesía, en ella hallé la peor fortuna, que es salvaje y cruel al mismo tiempo, sutil como el aliento de las flores frescas en clima templado y minúscula como el vínculo entre el despiadado dolor que me asiste y el acto irrisorio de venir a sus controles.
Tengo una
enfermedad terminal, que no termina conmigo. Asalta mi cuerpo todas las mañanas
con un dolor punzante, a veces es una métrica, otras veces es toda una estrofa.
La revoltosa casa de Alba de Karen Manuela Carvajal Carvajal
Alba vive en una casa muy revoltosa, es una
casa pequeñita y ruidosa, y es que Alba no vive sola, la acompañan la
frustración, la soledad, la culpa, el miedo y la ansiedad. Todos los días la
culpa entra en la habitación de Alba haciendo ruido, y la pobre que no había
pegado un ojo en toda la noche no se salva, porque doña culpa le hala los pies
para que le pueda rendir el día, o no habrá quien pueda con todas esas
responsabilidades. Alba se para de la cama para entrar a la ducha, el agua
caliente le cae sobre la cara pero no es capaz de cerrar los ojos porque el
miedo se le pone detrás. Camina a la cocina después de vestirse, allí está la
frustración quién la mira atenta, toma la canasta de huevos y rompe uno sobre
la sartén, luego otro, que también sale bien y siente alivio, hasta que uno de
ellos se cae y estrella contra el suelo haciendo un desastre, "¡Qué
calamidad!" exclamó la frustración recordando que nada le sale bien
últimamente, ni siquiera sirve para cocinar. Agotada, abandona la idea de
desayunar y se va corriendo a su cuarto, en la cama está la soledad,
esperándola con los brazos abiertos, Alba se acurruca, pero soledad le recuerda
que nadie vendrá por ella, hasta que la ansiedad hace presencia y le pide que
deje todo en sus manos. Alba suspira, sabiendo que ha llegado lo peor, sus
compañeros gritan más fuerte, todos al unisonó, que está perdiendo el tiempo
por no hacer nada, que es incapaz. Desde su interior siente como la amedrenta
la tristeza, Alba grita con todas sus fuerzas hasta que se queda sin aire,
patalea y chilla hasta que no le quedan lágrimas que llorar, ni enojo, ni
miedos por los cuales gritar y entonces, un toque en la puerta de la casa la
hace levantar la mirada. En la entrada asomaba la calma, detrás venía la
tranquilidad y así más pensamientos positivos fueron mudándose a la casa. La
aceptación llegó unos días después a visitar a Alba para preguntarle si podría
quedarse a vivir en su casa pero esta algo molesta confesó que no todos los que
debían irse se habían marchado, "No todos los malos pensamientos se irán,
ni siempre tendremos nosotros los buenos el mando, pero tienes que aceptarnos a
todos porque sin el uno no vivirá el otro, todos nos necesitamos" dijo la
aceptación mientras abrazaba a Alba, haciéndole saber que era correcto
permitirse sentir, en medio de lágrimas, Alba por fin abrazó a la aceptación y
dejó de ver su casa como una casa revoltosa, dejó de ver cómo malos a sus
compañeros, aprendió a convivir con ellos y a escucharlos uno por uno al lado
de paciencia y comprensión, y entonces, Alba por fin pudo estar bien consigo
misma, con su cabeza, que es su casa.
Flor de papel de Milányela Arboleda Garro
Había una vez un monstruo que atormentaba a una chica, era quizás el primer
cuento de hadas en el que la princesa no podía ser salvada, aquella niña que entre
paredes fue criada por los párrafos de la Bella durmiente, la cual fue siempre
su princesa favorita, se identificó tanto con ella que aquella somnolencia era
la única forma de callar al monstruo o al menos así se intentó proteger esa doncella
de las garras de esa bestia feroz.
Con los años se dio cuenta que estaba rodeada por esos mounstros a diestra
y siniestra, esos monstruos eran silenciosos para los demás, así tal cual como
para los demás ella era un mar en calma, un lugar seguro, pero ese silencio la
atormentaba, la lastimaba, el monstruos en su cabeza era más peligroso que los
de las calles, sí, más que esos que le hablan y la tocaban al azar con la
mirada, esos que la analizaban y le desnudaban con los ojos, ¡esos!, esos no
eran tan peligrosos porque el que estaban en su cabeza le aplaudía su soledad, su
silencio y le otorgaba los métodos para autodestruirse, así que sí, en efecto, estaba
rodeada.
Quería encontrar el punto en que el monstruo la invadió, no podía más, sus
sonrisas, sus palabras y acciones surgían por inercia, vivía con una extraña en
su mente. El amor de mi vida se perdió con los años –decía- las sonrisas que di
y me sirvieron a los 16 se perdieron a mis 17, quizás en ese momento el monstruo
tocó a su puerta y sin darse cuenta le dio paso a su morada.
No era normal que aquella niña con su juventud a flor de piel y sus ataques
de energía se sintiera así, ella era inteligente, disciplinada, alegre y feliz,
¿qué había pasado?, la lejanía y los kilómetros entre sus yo crecía más y más
con el tiempo, la persona que más extrañaba era sí misma y entre nueve letras y
una tilde que conformaban su nombre se escondía quien verdaderamente era, así
que para empezar decidió que debía hablarlo, sacar ese vestigio de su cabeza y
encontrarse de nuevo con el amor de su vida, pero ¿con quién debía hablar?,
Entre sus lágrimas y pensamientos empezó a perderse en un camino sin vuelta
atrás, hasta que un día el monstruo fue más ruidosos, más duro con ella, hasta
que se encontró en la línea final y gritó, gritó de desesperación, de miedo, de
angustia, por la tristeza que sintió durante años, del cansancio que sentía al
despertar, gritó hasta quedarse sin voz y desplomarse en el suelo, solo hasta
ese momento logró descubrir que su condena a 100 años de soledad había
terminado, los años se habían ido junto a las notas de su voz y quizás, quizás
por fin el Carpe Diem se apoderaría de su ser tal como lo hizo el higuerillo
con el patio de su casa, justo ahí recordó el árbol de flor de papel que había camino
a su casa cuando era niña, sintió unas amargas ganas de volver a su hogar, pero
ya era muy tarde, el monstruo lo había logrado y tal como en el invierno, las
flores de papel volaron junto al alma de aquella princesa.
Espejismo - Paula Andrea Fernández Castaño
Últimamente
me he sentido muy confundida. No entiendo por qué mis suegros me dijeron que
Javier murió en un accidente, si cada vez que llego a casa lo encuentro en la
cama esperándome, y entonces yo me acuesto a su lado y él me acaricia el pelo
con sus manos frías.
Con la matriz inversa de Daniel Vélez Vélez
Su pulso
se acelera, y una gota de sudor le cae por la sien. La bulla no lo deja
entender sus pensamientos, pero sigue intentando, con todas sus fuerzas, dar
respuesta a aquella conjetura mental en la que se halla.
Al verlo
absorto en sí mismo, sus amigos empiezan a hacer señas, aquellas señas que
hacen los amigos cuando la vista se pierde, como si se estuviera mirando a otra
dimensión. Y es que Pedro, durante ese momento, estaba en otro universo.
-
Pedro, ¡Pedro!, relájate, hermano, tomate otro
trago. – Dijo su amigo Luis.
En ese
instante parpadea y, al abrir los ojos, vuelve a ver a su amigo tras las
coloridas luces intermitentes de la discoteca en la que se encontraban. Decide
hacer caso omiso de lo que había ocurrido, y trata, como le animaban sus
amigos, de contagiarse del ambiente.
Taquicardia,
sudor frío, su cuerpo paralizado. Su cabeza repite “determine la dimensión del
espacio nulo de la matriz…” Y él piensa, rebluja su mente en busca del
procedimiento y su pierna empieza a rebotar contra el piso. No sabe de dónde
viene esa presión de necesitar saberlo en el instante, pero su cuerpo está
rígido, sus muslos tensos y su muñeca derecha casi inmóvil del dolor. La cara
del profe se le viene a la mente; puede recordar verlo parado al frente,
rayando sobre el tablero ceros y unos, uno sobre el otro, pero no puede
recordar lo que necesita.
La luz
intermitente de la discoteca se empieza a perpetuar, la humedad que su bebida
traía a su boca había desaparecido, así que intenta encontrar el vaso en su
mano, sin éxito. Aquel enigma que le había surgido, que insistía a su
conciencia por una respuesta, empezó a flotar en el aire: cada letra se empezó
a dibujar en el aire, organizándose lentamente una al lado de la otra para
formar una oración, la oración que le atormentaba.
Intenta
parpadear, ya con desespero, varias veces, para ver a su amigo Luis y que le saque
de esa pesadilla. Pero al abrir los ojos, luego de frotárselos con los
nudillos, se ve allí: treinta minutos en el reloj, ponderación del 30%, primera
pregunta.
Re:pensamiento de Jhonatan Andrés Ramírez Castañeda
“El corazón se
rompe y se rompe, pero para romperse es necesario ir a la oscuridad, no a la
luz”. Créeme, yo estoy más confundido que tú. Huir de las palabras por tanto
tiempo hace que no sepa por dónde empezar, creo que 20 años huyendo, o siendo
más precisos, pasar los 5 últimos años evadiéndote a ti mismo no era el mejor
escape que pude haber pensado, darme que cuenta que me he estado evitando a
toda costa, que no he hecho las paces conmigo mismo a través del tiempo y que
ahora estoy sufriendo las consecuencias de todo es una de las razones por las
cuales intento buscarme para sanar. Dónde empieza uno a expresarse sin caer en
lamentaciones y sin volverse victimista cuando tu perspectiva se volvió
negativa durante muchos tiempo y crees que no puedes sacar lo mejor de ti expresándote,
también creo que esto es una pérdida de tiempo, esto no me está ayudando en
nada, simplemente me está hundiendo más en el vacío, y me hace pensar de quién
son estos sentimientos, son míos o los estoy predisponiendo, siento que nada
tiene sentido, que esto ni siquiera tiene estructura, es más, ni debería
llamarse cuento porque no de dicho nada, solo estoy divagando, dando vueltas
como un tonto a algunas ideas que tengo; no soy bueno expresándome y nunca lo
he intentado, esta es la primera vez que trato de darle un orden a lo que
pienso y mira, estoy fallando, pero llevo fallando mucho tiempo.
Ahora que estoy
tratando de ponerme en orden siento que mi depresión es mucho más profunda de
lo que pensaba, creía que solo era una tristeza que se manifestaba por momentos
pero es algo que tiene mucho más de fondo, es un tipo de tristeza que no sabes
que tienes porque siempre trataste de evadirla pero siempre sospechaba que algo
estaba mal en ti; creo que los principales problemas que tengo es que no me sé
comunicar bien, tengo ansiedad social, baja autoestima, un sentimientos de que
todo lo que hago lo hago mal o en algún punto lo voy a hacer mal, me considero
un mitómano que maquilla la verdad en cada momento para hacer ver su soledad
como algo manejable y que no le preocupa mucho y que se justifica a sí mismo
para continuar con una mentira, una persona egoísta, un indeciso y claramente
alguien que no quiere sanar y se conformó con vivir roto porque es la única
realidad que ha conocido y cuando ha tratado buscar una solución no ha hecho
nada. Mi vida va por etapas, la verdad no sé cómo voy a estructurarlo, solo
quiero expresar todo lo que siento en este momento; en este momento me siento
vacío…
Piensa y miente
TOC de Daniel Yepes Ocampo
TOC, TOC, TOC… sonó la puerta de mi cabeza. Eran mis miedos los que llamaban. No quería dejarlos pasar, pero eran tan seductoras y aterradoras sus palabras que no quise ignorarlos. <<¡Deja de pisar las rayas en el suelo!>> decía una. <<¿¡No abriste la puerta con la mano derecha!? ¡LA IZQUIERDA ES DE SATANÁS!>> decía otra. <<¡Compórtate! No querrás parecerte a esos muchachos que se burlaban de ti en las clases de fútbol del colegio ¡Y que ni se te ocurra volver a tocar un balón de esos!>> remataba la tercera. Abrí la puerta, y al parecer les di las llaves. Pronto me convertí en su obrero. Comencé a construirles una fortaleza roja como la sangre y llena de sombras donde estarían bien asegurados en mi cabeza. Comencé a actuar según sus palabras. Solo escuchaba: <<No hagas nada diferente, ni en lo más mínimo. Que tu vida sea una pulcra copia de lo que hiciste cuando eras BUENO, cuando te admiraban, cuando eras la estrella que los demás no se cansaban de ver. No volverás a dañar a nadie y nadie podrá dañarte de nuevo>>. No me veía más brillante, por el contrario, estaba más oscuro y entristecido. Mis miedos, intentado protegerme, solo me trajeron sufrimiento, dolor y un pase directo al calabozo en su fortaleza. Allí, derribado en el calabozo, conseguí por fin escuchar voces distintas. Era mi familia que me llamaba para dejar atrás ese cautiverio. Pronto llegaron los refuerzos: psicólogos, psiquiatras y personas expertas en derribar estos alcázares mentales. <<Puedo escapar>> pensé, pero pasaban las semanas y yo seguía allí. Era fascinante escuchar a estas nuevas voces hablar sobre la libertad que había allá afuera. Las risas, la tranquilidad, la valentía de arriesgarse, la paz… sonaba como una vida soñada. <<¿¡Pero por qué no estoy allá afuera!? ¿¡Por qué sigo en esta condenada fortaleza!?>>. No pude más. Caí de rodillas. Fue entonces que pude ver mi salvación. Mi familia y sus refuerzos habían llegado para ayudarme a liberar mi corazón del cuarto acorazado en el que lo había encerrado para no sufrir, y una vez libre comenzó a brillar y pude darme cuenta de que yo tuve las llaves en mi mano todo este tiempo. Ahora era momento de salir, de deconstruir esa sombría fortaleza que edifiqué y de enfrentarme a mis miedos, las voces en mi cabeza. Hubo dolor, pero también esperanza cuando me detuve frente a ellos. Mis miedos, mis verdugos, mis esclavistas, todos eran yo.
Obsesión de Diego Armando Yepes Sánchez
28 de
marzo de 2016.
Llevaba
años deseando escribir esta novela. Me llenaba de excusas para no hacerlo:
tengo que acabar la carrera, tengo que trabajar, tengo otras responsabilidades.
Pero hoy por fin puedo comenzar a escribir. O, eso pensaba.
Aún es
temprano, pero la biblioteca está llena (me vine para la Piloto, esperando
encontrar inspiración, qué tonta decisión). Tanto ruido y tanto estúpido no me
permite concentrarme. Subo al segundo piso, organizo el pc y abro Word. Pongo
el título en negrita: Ella es quien soñó la libertad. Aunque solo tengo
el título, estoy seguro del éxito de mi novela. Lo tiene todo para ser un
bestseller.
Desde mi
silla puedo ver el primer piso, allá está ella. ¡Hijueputa!, qué hermosa. ¿Cómo
se llamará? ¿Tendrá novio? ¿Cuántos años tendrá? ¿Unos 20?
Han pasado
3 meses. Llevo 31.500 palabras escritas, pero ninguna es de mi novela. Todos
los días la veo allá abajo, organizando libros, con su pelo rojizo y… Dios, que
hermosa es. No tengo oportunidad. Sube. ¿Me va a hablar? No, sigue derecho. Es
la primera vez que la tengo tan cerca. ¿Tiene piercings en las tetas? ¿Eso es
un liguero de cuero? Sus ojos, su pelo, sus labios. Esa espalda… me encanta su
espalda.
8 meses
escribiendo. Hace rato escribí lo presupuestado inicialmente: más de 80.000
palabras, todas dedicadas a ella. A Camila; así se llama. Lo supe gracias al
guardia. Ahora vengo todos los días y finjo escribir. Mi novela ya no tiene
ningún sentido. Me paro, voy de aquí para allá, buscándola. Buscando respirar
el mismo aire que ella, buscando tocar su cuerpo con mi mirada. ¿Dónde comprará
la ropa? Se viste bellísimo.
Hice una
lista de 20 formas para invitar a alguien a tomar un café. Ninguna me gusta.
Soy ridículo. Ya voy para un año en estas, cómo si un man tan feo como yo
pudiera lograr algo con una nena tan hermosa como ella.
Dios aquí
está Hernán, tu hijo, apiádate de mí.
Hoy se ha
quedado ojeando un libro de Bukowski. Se lo ha echado al bolsillo de la bata.
¿Lo está pidiendo prestado? Ya veo. Sí, esa es la forma. Voy a acercármele, le
voy a decir que también me gusta Bukowski y la invito a un café. Perfecto, ¿no?
— Veo que
te gusta Bukowski —respira Hernán, respira—, a mí también. «También en
primavera mueren los cisnes…».
— ¡Detesto
a Bukowski! —expresión de asco y rabia en su rostro—, lo presto para mi novia.
Mantiene muy ocupada y no puede venir ella misma por él.
— Ah…
entiendo. Disculpe el malentendido.
***
12 de
julio de 2023.
Reciba un
cordial saludo,
Nos alegra
comunicarle que su poema A la mierda con Bukowski ha sido seleccionado
para ser parte del número 44 de nuestra revista.
Cordialmente,
Revista La
mala hora
***
No dejo de
pensar en ella. Jamás podré olvidarla. ¡Camila, Camila, Camila!...
Limpios de pecado - Gaia Camila García Martínez
Se recomienda escuchar: “Qué dirá el santo
padre” de Soledad Bravo
Vengo de una familia con tradición, Virginia,
mi nombre, proviene de la virginidad, la pureza, lo limpio y lo intocable,
cualidades que se esperaban de mi desde el nacimiento, como María concibiendo su
hijo. Tengo una hija, María Paloma, de cabello castaño y unos rulos que la
adornan hasta la cintura, es hija del padre Judas, el párroco de la iglesia de
los mil dolores, aunque para el mundo, es hija de mi difunto esposo el cónyuge
elegido por mi madre en mi adolescencia, un hombre al que nunca pude amar. Paloma
es un milagro, o eso me dijeron, fruto de una devoción insertada por mi madre. En el pasado, desde los doce años hasta los
diecisiete interpreté la imagen de María en las procesiones del pueblo, el
padre Judas me preparaba para el evento meses antes, debía saber permanecer
quieta por horas, con rostro afligido con una o dos lágrimas ocasionales, ya
saben, para que el publico sintiera “el dolor de la virgen”. Judas fue mi
acercamiento a Dios, el perdón de mis pecados, el agua de mi bautismo. Mi religión
fue Judas, detrás de él Dios, o eso me hizo creer, a veces el diablo se esconde
bajo sacras vestiduras y habla con bonitas palabras.
Hoy María Paloma interpretará a María, mi
madre insistió en verla en el papel como cuando yo era una niña; Judas la prepara
hace un mes bajo mi atenta mirada, al inicio la pobre lloraba, eso me recordó
mis tiempos de estatua, debía permanecer tres horas inmóvil, como muerta, como
si fuera una de esas insípidas figuras de yeso, pero ella fue capaz de simular
lo inmóvil, como yo lo fui.
Me preparo desde las seis de la tarde, a las
siete ya estoy caminando tras la caravana que carga a mi hija, son seis hombres
vestidos de hábito con la cabeza baja y la cara hundida en la pena del momento.
Caminé durante tres horas, a las diez recién
pude entrar a la sala que da detrás del salón de la eucaristía, tenía una
sorpresa preparada, abrí todas las hornillas de la estufa, rocié el sofá con un
poco de gasolina y esperé atenta la presencia de Judas. Llegó y tomó asiento en
el comedor que se encuentra cerca al sofá, no se percató del fuerte olor a gas,
al parecer sus alergias le impedían sentir el futuro.
Hace unos días me había comentado que deseaba
limpiar los pecados de mi hija, tal cual como lo había echo conmigo en su
momento, no me separé de ella desde ese instante. Hoy le concedo a él el
nacimiento en fuego bendito, con llamas de mi ira, para quemar el sacrilegio de
sus actos y para limpiarme de su pecado, esperé a que girara su cabeza y se
dignara a mirarme, en ese momento encendí la candela…
Limpios.
Fin.
La carta de Juan David de la rosa Varilla
Antes que Emily naciera su padre ya había muerto, pero aun así hablaba
con él en sus sueños. Para ella, su padre era su superhéroe favorito. Cuando Emily
tenía 8 años, la mamá la castigó. Le dijo que lo que había hecho estaba mal y
por eso no podía salir a jugar.
Ella alentada por sus amigos de la escuela, desobedeció la orden de su
madre y salió a jugar con ellos, no sin antes dejarle una carta en el
mostrador. Cuando salió con sus amigos, llegaron al parque y comenzaron a jugar
su juego favorito.
Hace mucho no habían podido jugar puesto que Emily todo el tiempo se la
pasaba castigada. Entre risas y carcajadas se divirtieron mucho, nunca hubo
tanta alegría expresada en los ojos de Emily como en esa ocasión, aunque esta
solo fuese efímera.
La madre al enterarse que su hija no estaba en casa y que la había
desobedecido, la buscó por todas partes sin éxito. Mientras esto sucedía, ella
observó la carta escrita que posaba sobre el mostrador; la tomó en sus manos y
la abrió para ver su contenido. La carta decía:
“Hoy en la escuela, un compañerito habló mal de mi papito y yo le
clavé el lápiz en el estómago, por eso me llevaron a dirección, espero que me
entiendas…”
Con un gran sentimiento de melancolía y entre lágrimas, la madre cerró
la carta lentamente.
Abril de 2023
Autor: Juan D. De la rosa
Por el invierno de la flor de Sara Pulgarín Rúa
Era primavera y los días de felicidad se acercaban, esos días anhelados en nuestra montaña, todas las criaturas ya sentían los cálidos cultivos retoñando, sin embargo, Sol, no se sentía así, la nostalgia le estaba ganado y todos los recuerdos con sus seres amados hacían que la primavera que se acercaba solo le causara abrumación; los sonidos, los olores y sobre todo los lugares hacían que en su cuerpo y mente empezara el invierno y que muy en el fondo quisiera dormir sin fecha para despertar.
Todos se preguntaban
que le pasaba a Sol, siempre había sido vivazmente feliz, pero su luz se
atenuaba cada vez más. Pasaba más tiempo mirando el portal del charco, el que
todos sabían que era prohibido pasar, el peligro que suscitaba creó un temor
legendario en décadas; sin embargo, Sol siempre iba a ese lugar a escondidas,
la única persona que se daba cuenta de la presencia de Sol, era un anciano que
decían que era brujo, él había sido exiliado de su pueblo natal, a diferencia
del resto de criaturas, Sol se acercaba a él e intercambiaban palabras
-
Buenos días, señor misterioso - decía Sol
-
Buenos días, Sol - respondía el viejo - Tenga mucho cuidado aquí, nadie
me cree, pero, según la intención de quien esté, puede hacer maravillas o
desastres
-
Sí señor, tendré cuidado -
respondía Sol, en todas las ocasiones
Cada vez que el
anciano decía eso, Sol observaba que llevaba consigo trozos de madera
intrigantes, además no lo veía regresar cuando llevaba la madera consigo, esto
la ponía muy pensativa en el camino. Cada vez que volvía a casa, volvía el
invierno y su cuerpo se retorcía cada vez más, probablemente era el camino y
los recuerdos, que hacían que su voz y sus pasos se hicieran más silenciosos.
En el momento cuando
los yarumos y los barrenqueros eran su única compañía y no estaba en ninguna
parte, Sol era feliz, estaba en su propia primavera, con sus pensamientos
desordenados pero confortantes.
En ocasiones podía
hacer de su habitación el lugar detrás del portal del charco y los rayos del sol
iluminaban sus ojos y sonrisa; sin embargo, volvía a la realidad y su
imaginación ocasionalmente no la dejaba reconocer que era real y que no. Un día
en sus viajes reflexivos, pensó que el aciano llevaba la madera para hacer una
balsa y pasar por el portar. Ella también lo iba a hacer, tenía intenciones, y
podría pasar pidiéndole al agua, devolverle a su persona favorita por unos
momentos, para escuchar su voz y darle un abrazo.
Emprendió marcha e
hizo su balsa, cuando llego el día el aciano no estaba y Sol estaba decidida, y
por primera vez en mucho tiempo las demás criaturas veían una sonrisa
completamente genuina en ella. Entró al portal del charco, pero en su euforia y
esperanza, más deseos llegaron, la desconcertaron y la intención fue
tergiversada por ella misma, por la confusión y el olvido, a la felicidad que
algún día empezó a faltar.
Nunca se volvió a
hablar de Sol, pero en el charco empezó a crecer una flor
Se busca de Sebastian Barrientos Patiño
Si me
preguntaras qué hago en mi día a día, muy seguramente no sabría explicártelo,
porque aparte de mi búsqueda frustrada de trabajo, me encuentro en una
constante huida. No sé si escapo de las voces ensordecedoras, de las miradas juzgadoras
o del sinsabor de la vida. Nada me resulta amable, la realidad es bastante
abrumadora y yo no estoy para vacilaciones.
En medio
de la turbiedad, debo reconocer que lo único que me mantiene agudo es la
compañía de Lisa; esa mujer de sonrisa perfecta circunda mi existencia de sol a
sol, sin desdenes, sin pretextos, sin condiciones. Ella se ha convertido en mi
lugar de paz, quien escucha mis quejas y mis reclamos a la nada, mientras
acaricia mi cabello ya menguante. Todo hombre añejo sabrá a lo que me refiero,
y es que la firmeza dura hasta ese contacto piel a piel. Así me sucede, así es
como me envuelvo.
Y sí, mi vida suena a la de cualquier colombiano adulto quien, en su desespero y su desesperanza, halla excusas para alejarse de lo que le “respira en la nuca”. Sin embargo, mis excusas con sabor a señora desaparecieron ayer en la tarde; no sé si Lisa huyó como huyo yo, no sé si se perdió por las calles de mi Barichara, no sé si encontró a un extra. Juro que la tenía en mi pecho antes de dormir, y me parece absurdo que ya no esté conmigo, aun cuando sabe que es lo único que me queda en la vida. El vacío que ahora tengo en el cuerpo se asemeja al de quien se lanza de un avión sin paracaídas, cuya luz se atenúa bajo ningún retorno. Me hundo, me pierdo.
Yo
correría a buscarla si tan solo no estuviera en este cuarto bañado de un blanco
atosigante y el imbécil de mirada fija me soltara las amarras.
Lisa es el
amor de mi vida, pero mi médico alega que es solo una amiga imaginaria.
Otro día sin ella de Sebastián Palomeque Quintero
Las letras
con las que escribo no son mías, pertenecen si acaso a mi amada Lucila. Recuerdo
de sobremanera sus gestos al resolver crucigramas por la tarde y la mirada que
ponía cuando fumaba sola; la pienso todos los días sentado en la misma banca del
Parque San Ignacio y mientras camino por aquellas avenidas que solíamos
recorrer los domingos después de misa.
Hay días
en los que no quiero salir a la calle sino quedarme en la casa escuchando tangos
y escribiendo, porque últimamente no disfruto la lectura. Hoy es uno de esos,
está lloviendo afuera y el perro duerme a mis pies mientras la pienso y me tomo
el brandy que me trajo Gregorio de España. Daría lo que fuera por volver a
verla en esos cañaduzales de Sevilla, en el Valle del Cauca, riendo pícara como
era ella.
A veces,
viene a mi cuarto cuando estoy triste y me sostiene mientras lloro, otras,
cuando estoy feliz y nos partimos de la risa, esos son mis momentos favoritos.
Siempre dice las palabras que necesito oír, y menciona que la vida es mucho más
valiosa que la muerte, aunque esté acompañada de situaciones absurdas como las
locuras ocasionales de mi padre o el libertinaje adolescente en el que cayeron
todos en mi casa. Últimamente no viene, será eso por lo que la estoy pensando
tanto, o será el hecho de que no tengo a nadie más.
A Gregorio
no lo veo desde que discutimos porque no la olvidaba, no le permití que me
dijera que ella no va a regresar. Ojalá hablemos pronto, es el único amigo que
tengo. A ratos pienso que si fuera tan amigo mío ya hubiera vuelto, pero igual
le quiero, igual te quiero, Grego, aunque seas tan peleonero.
Ese
octubre en el que murió el cielo estaba triste y yo también, pasaron muchos años
antes de que la volviera a ver, así fuera en sombras, o siendo un producto de
mi imaginación como lo mencionó Gregorio esa noche. A veces siento que la
muerte me la ha quitado dos veces, y siento ganas de morir para poder buscarla
en ese mundo, pero entonces recuerdo que la vida es mucho más valiosa.
Foránea vida de Daniela Newball Carranza
Son las 5:40, suena la alarma y quiero 15 minutos más. No voy a llevar
almuerzo, no me apetece cocinar. Tengo pereza y no estoy de buen humor. Vivo a
20 minutos de la universidad, pero el bus tarda el doble en llegar y salgo a
las 7 de la mañana, a esa hora, se demora más.
Me termino de alistar y prefiero el metro. Más lleno, pero menos atrasado.
En el trayecto, observo el paisaje de concreto. Con suerte se pueden divisar
zonas verdes, pero hoy todo es gris como el cemento, incluyendo las nubes, que
empiezan a llorar. Llegan a mi mente los recuerdos de la isla, el mar azul como
un espejo del cielo, la brisa que te pega en la cara, el olor a playa y el
desayuno de mamá. Pero hoy, lejos de mi hogar, tan solo percibo el aire húmedo
al salir de la estación y el humo de los carros. La nostalgia se apodera poco a
poco de mí.
Llego siendo invisible, sin tratar con nadie y sin hablar de nada.
Mientras la clase avanza, pienso y pienso. En todo menos en economía. Pienso
en mí y en otros, en el futuro, la vida y en el almuerzo que no traje. Pienso,
también, en cómo sería tener una vida amarilla.
He descubierto que varío con el clima. Cuando hay sol, sé que, tal vez,
será un buen día. Me dan ganas de salir y hacer todo lo que me plazca. Excepto
eso. En un día como ese no pienso en eso. En un día como ese, soy feliz.
Pero no siempre sale el sol. Hay días en los que las nubes grises lo
esconden, así como ocultan mi alegría. Una emoción efímera, como yo. En un día
como este, la escucho, retumbando en mi mente como una moneda al caer. Hoy sí
pienso en eso.
“Ser o no ser”. Estar o ya no.
lunes, 12 de junio de 2023
Juan García - Stiven Arrubla Silva
Desde
Alejandría,
donde
creció de chiquillo,
llegó
a la Unal un buen día,
nuestro
amigo el "Lokillo".
Su
nombre era Juan García,
joven
apasionado y brillante,
un
noble soñador andante,
alegre
y de alma triunfante.
Un
día, en clase de siete,
con
su mente muy distante,
sucedió
algo sorprendente,
que
lo dejó muy pensante.
Y
es que Juancito, atontado,
escuchó
un dulce llamado,
que
de lejos le llegaba,
y
por su presencia clamaba.
¡Juaaaaan!
Escuchó
suavemente,
él,
tembloroso, asustado,
con
su corazón exaltado,
sintió
el sudor en la frente.
¿Acaso
eres tú, mente,
tratándome
de engañar?
Pues
esta melodía sonante
no
dejo yo de escuchar.
Oyendo la melodía,
que
todo su ser invadía,
notó
que la voz que la emanaba,
por
el cuarenta y dos sonaba.
¡Juaaaaan!
Más
fuerte se oyó el cantar,
y
el Lokillo, ya ausente,
de
una empezó a divagar.
Ya
estaba soñando,
compartir
momentos,
desde
ir por ahí caminando,
hasta
enfrentar tormentos.
¡Ah!
Qué alegría,
todo
su ser recorría,
pues
ya no comería solo,
ni
usaría ChatGPT como un lolo.
Ya
no más trabajos individuales,
ni
más soledad,
desde
entonces,
tendría
una amistad.
Una
duda le pesaba,
rápidamente
llegaba,
pues
el Lokillo pensaba
sobre
qué estudiaba su amada.
¿Sería acaso de humanas,
locas
y atractivas?
O
quizás de agronomía,
con
sus vacas y esencias primitivas.
Conforme
el tiempo pasaba,
el
sonido lo embaucaba,
y
Juancito no sospechaba
que
ya con su mente arrastraba.
De
repente, oyó de nuevo llamar,
más
fuerte y clamante,
y
esta vez sin dudar:
¡Juaaaaan!
Se
escuchó sin temblar,
y
él decidió que no iba a esperar.
Saltó
de su silla
y
salió corriendo,
el
profe Mancilla,
se
le quedó viendo.
No
le importó el parcial,
ni
las miradas curiosas;
solo
quería encontrar,
de
una vez a su musa.
Bajó
las escaleras,
saltando y sudando,
frente
al venteadero,
terminó
jadeando.
A
su chica buscaba
por
todas partes,
pero
no la encontraba,
ni
siquiera en artes.
De
repente, a lo lejos,
volvió
a escuchar,
la
voz de su amada,
de
nuevo cantar:
¡Juaaaaan!
Como
un sonido celestial,
él
corrió rápido, obstinado,
tras
aquel sonido amado,
como
si fuera un animal.
Y
mientras buscaba,
por
detrás del doce,
encontró
lo que ansiaba,
y
le daría tanto goce:
Una
pequeña figura,
en
medio del prado,
¿Sería
esa su chica,
la
que lo había llamado?
Se acercó cauteloso,
tratando
de no asustar,
pero
pronto se dio cuenta,
que
algo no iba a encajar.
Ahí
fue cuando entonces
la
figura se giró,
revelando
algo
que
a Juan descolocó:
No
era de humanas,
ni
de agronomía,
tampoco
de sistemas,
¡ay,
qué ironía!
Era
una pequeña cabra,
de
ojos saltones,
que
lo miraba curiosa,
sin
reparos ni intenciones.
"¡Meeeaah!",
baló,
con
voz familiar,
y
así él comprendió,
que
todo era un enredo singular.
No
era una chica,
sino
una cabra quien lo llamó,
un
sueño de primíparo,
que
la soledad provocó.
Aunque
desilusionado,
no evitó sonreír,
pues
una amiga peculiar,
acababa
de descubrir.
Así
fue como Juan,
con
su nueva compañera,
enfrentó
la universidad,
sin
barreras ni fronteras.
Aunque
no era la chica
que
había soñado,
logró
una amistad,
que
lo dejó encantado.
Cuentos participantes
El más sabio de todos - Sara Sofia Reyes Villamil La cara del mal - Daniela Alejandra Franco Arias El portal de los delirios - Samuel Bedoya...
-
—Daniela es maravillosa y esto de ChatGPT lo es aún más. Seguro que puedo pedirle que lo escriba por mí. Estoy salvado—. Dentro del chatbot,...
-
Tenía frío en su mirada por su mala costumbre de mirar eventos pasados, por eso, le gustaba observarme, el futuro se había vuelto mi present...
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Últimamente me he sentido muy confundida. No entiendo por qué mis suegros me dijeron que Javier murió en un accidente, si cada vez que llego...